miércoles, 21 de septiembre de 2016

Con la frente en alto y el pecho rebozante de orgullo.

Y el sueño copero del Deportivo Morón finalizó a 1400 km del Oeste, en la capital salteña, más precisamente en el "Estadio Padre Martearena", y ante uno de los mejores equipos de la primera división como Rosario Central, que junto con Lanús, constituyen tal vez y fuera de consideraciones circunstanciales de actualidades resultadistas, uno de los equipos de mejor manejo del balón y juego colectivo más atractivo y atildado.

Ante ello, este dignísimo equipo capitaneado técnicamente por Walter Nicolás Otta, supo oponerle un planteo tan inteligente como acorde a las diferencias de categorías en la Primera y la "B" Metro, con un primer tiempo donde el Gallo habría de cederle el monopolio de la pelota y el terreno a una "Academia" rosarina que salvo en un par de ocasiones, no podría vulnerar o desequilibrar a una defensa muy ordenada y solidaria, tal como sucediera en el cotejo de 16avos., ante el clásico rival de Central, Newell's Old Boys.

Tanto sería así, que recién a los siete minutos del segundo tiempo, los dirigidos por "Chacho" Coudet lograrían destrabar definitivamente el partido con un gol de otro encuentro, gracias a un zapatazo tremendo desde afuera del área, que cuando todo parecía que se iría por arriba del travesaño, la pelota enviada por Walter Montoya bajaría de golpe para, previo rebote en el mismo travesaño, sorprendiera en su parábola a todos los presentes, incluido el propio Nicolás Angelotti, para darle la ventaja en el marcador a un Central que, merecedor de esa diferencia, jamás hasta allí había podido encontrar los caminos al gol, con su juego atildado y de rotación colectiva del balón.

De allí y hasta el final, si al Gallo le había costado hacerse fuerte en el dominio del terreno y la pelota, la obligación de alcanzar el empate, para no quedar afuera de la copa, lo llevaría a cambiar el "libreto" para abandonar su orden defensivo y colocar más gente en terreno contrario, lo que lo haría vulnerable a cualquier contra letal que liquidara el pleito y, sin embargo, le reportaría dos chances clarísimas de gol, casi sobre la media hora del complemento, una en los pies de Rodrigo Díaz y la restante en el recién ingresado Javier Pérez.

Cuando el partido se extinguía y Morón se hallaba completamente jugado en ataque (ya sin Damián Akerman, lesionado), Marco Ruben quedaría cara a cara con Angelotti, en el segundo minuto de descuento otorgado por Silvio Trucco, para definir con categoría ante el "achique" del arquero y colocarle la chapa definitiva del encuentro, de un dos a cero a favor de Rosario Central, más ajustado a lo que había pasado en el primer tiempo, pero muy injusto y lejano en el marcador, de acuerdo a lo hecho por Morón en el complemento.

Sin tiempo para otra cosa que el aplauso y el reconocimiento al plantel y cuerpo técnico del Gallo, el festejo resultaría sólo del Pueblo del Deportivo Morón que, un martes por la noche y a 1400 km de casa, "reventaría" la tribuna local del "Padre Martearena" de la capital salteña, abarrotada por 3.500 almas apasionadas en "blanco y rojo".

A unos y otros, dentro y fuera de la cancha..., simplemente, GRACIAS!.


@elgallogustavo.

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