miércoles, 2 de marzo de 2016

En el camino (que ilusiona)...

La foto final del encuentro hubiese desorientado a más de un televidente desprevenido: Morón lanzado con decisión en ofensiva, en procura de alcanzar el gol del triunfo, en el cierre del partido, apretando contra su arco a un Almirante desbordado y resignado a "aguantar" el empate, sin la mínima chance concreta, ni rebeldía o voluntad de replicar de contra, hubiera confundido a cualquier espectador neutral, sobre la nociones de localía de unos y otros, con el Gallo jugado en ataque y con la ambición propia de cualquier "local", y los de Casanova sosteniendo el punto como "premio", más propio de un "visitante" en el epílogo de un clásico, lejos de casa y de su gente.

Porque Morón fue casi siempre más y mereció mejor suerte en su excursión, siempre riesgosa al "Fragata Presidente Sarmiento", y debió alzarse con los tres puntos, por imperio de su mejor juego y su supremacía en el balance de los '90, de no mediar aquellos diez minutos del complemento, en los cuales inexplicablemente se replegó en su área y se dejó "arrear" por la voluntad sin fútbol ni ideas de Brown, para permitir la igualdad en dos y hasta alguna salvada providencial de Milton Alvarez (como el desvío magistral, ante la volea de Marcelo Vega, que hubiese significado un injusto 2-3), para "envalentonar" en lo actitudinal, a un local que siempre hubo de resultar inferior al Gallito, tanto en lo individual como en lo colectivo.

De entrada, ante un marco escaso de público (sólo socios de Almirante) y la repetición inagotable de hechos de violencia en la previa, y en las inmediaciones del estadio, en el marco de una "guerra" facciosa sin fin entre los cuatro sectores de delincuentes comunes, que pugnan por la supremacía de la barra brava local, dentro del terreno de juego, los primeros minutos de partido, hasta la sorpresiva apertura del marcador, mostrarían a un Morón con la clara y saludable vocación ofensiva de siempre, procurando imponer su idea de juego asociado y con el arco de enfrente "entre ceja y ceja", sin importar la rivalidad histórica del encuentro ni el escenario adverso.

Bajo la premisa innegociable de la pelota al piso, y el volumen futbolístico de sus "usinas" habituales en cancha (Gerardo Martínez, Rodrigo Díaz y Emmanuel Giménez, en ausencia de Junior Mendieta, afuera del clásico por lesión), el Gallo de Walter Otta asomaría levemente superior, mediante la sana intención de "juntar sus piezas" y llegar "tocando" hasta el arco defendido por Pablo Migliore.

Sin embargo, y cuando poco había hecho para justificarlo en el trámite, Almirante habría de ponerse en ventaja a los 22 de comenzado el cotejo, merced a una salida rápida del mencionado Migliore, luego de una pelota parada en favor del Gallo, con destino a la corrida solitaria de Leonardo Heredia, el "10" de la "Fragata", quien valiéndose de un mal y tardío retroceso defensivo de la visita, y con "caño" incluido a Juan Gabriel Ferreira (junto a Damián Toledo, los puntos más "flacos" y permeables del equipo), le cedería el gol a Ramiro Fergonzi, que con remate bajo, seco y cruzado vencería la resistencia de Milton Alvarez.

Con la sorpresiva desventaja, el Deportivo Morón sólo tardaría unos pocos minutos en asimilar el "golpe" y reaccionar de manera positiva, evidenciando como la fecha pasada, ante la UAI Urquiza, una personalidad y carácter destacables, a la vez de una tranquilidad y paciencia importantes, para no desesperarse y comenzar la búsqueda de la paridad, respetando su línea de juego, sin apresuramientos ni desbordes o desórdenes tácticos.

Así las cosas, y cuando el trámite del partido y el monopolio del balón comenzaban a erigirse en propiedad exclusiva de la visita, aumentando progresivamente su presión sobre la última línea "Mirasol", un centro estupendo de Gerardo Martínez hallaría la cabeza goleadora de Javier Rossi, para que el "Bicho", ingresando por el segundo palo y a espaldas de todos, metiera el "frentazo" perfecto para el uno a uno en el "Fragata Sarmiento", a los '34, y otorgarle de esta manera, un poco más de coincidencia al resultado, con el desarrollo del encuentro.

Ambicioso por naturaleza y convicción, el Gallo de Otta no se conformaría con el empate y antes del cierre del primer tiempo, más precisamente a los '42, nuevamente Javier Rossi se anotaría en el marcador (tercer gol consecutivo del ex Barracas, en los últimos dos partidos), luego que de un rechazo largo de la defensa de Morón, Cristian Yassogna (reemplazante de Mendieta) le ganara en velocidad y con guapeza a los centrales locales, para llegar al fondo y meter un centro exacto para el ingreso del "Bicho", que con un remate preciso y fortísimo casi le rompa el arco a Pablo Migliore.

Con el final del primer tiempo y el 2-1 parcial a favor de Morón, las sensaciones eran más que positivas y no sólo por el triunfo, sino fundamentalmente por la manera de "construirlo", máxime a partir de la desventaja inicial, que en otras épocas hubiese significado "el principio del fin", de un resultado irremontable, en el juego y la actitud, aunque aún quedaran por delante 45 minutos.

Lamentablemente, en los primeros '10 del complemento, el Gallo habría de retrasarse inexplicablemente contra su arco, evidenciando problemas defensivos no detectados hasta la fecha, en virtud de no haber soportado demasiado asedio, en ninguno de los juegos precedentes, a excepción de los coincidentes primeros '15 del segundo tiempo, en Ingeniero Maschwitz, donde habría de erigirse en figura Milton Alvarez, para sostener el 2 a 0 parcial de entonces, al igual que interviniera en Casanova, para impedirle a Marcelo Vega dar vuelta el resultado, en apenas diez minutos de la etapa complementaria.

Luego del dos a dos convertido por Gabriel Rodríguez, a los '4 del segundo tiempo, tras un centro de Nahuel Benítez y la "peinada" en la camino de un compañero, y pese a la posición más que dudosa del autor del empate, Almirante finalizaría su asedio con el referido remate "a quemarropa" del ex Morón, desviado de forma brillante por el arquero del Gallo, en "la" atajada de la tarde, puesto que a partir de entonces y como ocurriera a posteriori de la apertura del marcador, el once de Otta retomaría su idea de juego, hasta imponerla, para progresivamente obligar al dueño de casa a replegarse, mientras Gerardo y el "Rengo" se juntaban y creaban, y el resto corría, metía y comprometía al rival.

Entre los quince y el final del encuentro, el Deportivo Morón mostraría lo mejor de su buena producción en Casanova, con Gerardo Martínez manejando los "hilos" y "haciendo jugar" a sus compañeros, con otra buena labor de Rodrigo Díaz (mientras estuvo en cancha, luego reemplazado por Cristian Lillo) y Cristian Yassogna, con la entrega generosa de siempre y ese "amor propio" que contagia.

A pesar de algunas chances, mal resueltas por los "nuestros" o bien contenidas por Migliore, el Gallito retrataría la toma final del partido, tal cual lo descripto al inicio, apretándolo a Almirante contra su última línea, como si se tratase del "local", apurado por evitar que se le "escapen" dos puntos valiosos y por los cuales había hecho suficientes méritos, mientras Brown parecía oficiar de "visitante", reducido a contener los embates finales de Morón y a "sostener" el empate.

Y hasta quedaría espacio para la polémica, ante dos jugadas muy dudosas en el área chica local, que en ambas y en primera instancia, parecieron penales favorables a Morón, no sancionados por un mal arbitraje de Hernán Mastrángelo, peor secundado por sus jueces asistentes.

En definitiva, diez minutos de "modorra" le impidieron al Morón de Walter Otta, alzarse con un triunfo justo, por el que hiciera méritos suficientes, con altibajos lógicos, en los '80 restantes.

Sin embargo, el punto suma, pero mucho más el funcionamiento y la personalidad de este equipo que, con el paso de las fechas, consolida su idea y robustece su carácter.

Y nos ilusiona a todos, al desansar a paso firme, el camino correcto.

Que se venga Atlanta...


Gustavo Adrián Requelme.
@elgallogustavo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario