sábado, 18 de octubre de 2014

El Oeste es una fiesta.‏

Foto: gentileza, Leonela Albañir.
Catorce de dieciocho puntos posibles, cuando en los ocho cotejos precedentes, había cosechado tan sólo nueve unidades. Nueve goles a favor, en los últimos seis partidos, cuando hasta allí, en los ocho encuentros anteriores, había vulnerado la defensas rivales en siete ocasiones. Seis partidos sin recibir goles en contra,  con un acumulado de casi 600 minutos sin tener que ir a buscar el balón dentro del propio arco, más precisamente desde la fecha 9°, ante Acassuso en Ciudad Evita, siendo que previamente había soportado siete goles. Invicto al cabo de seis cotejos, con cuatro triunfos y dos empates, cuando previamente, en los ocho encuentro anteriores, hubo de alcanzar dos triunfos, tres empates y otras tantas derrotas..., constituyen algunos números, pero por demás elocuentes, de la solidez que ha adquirido el Deportivo Morón, desde el arribo a la dirección técnica de Blas Armando Giunta, para consolidar a un equipo que venía sin rumbo y reconfortarnos con el sueño de un ascenso posible, que hasta hace sólo un par de meses parecía una quimera tan grande, como lo es la figura del jugador símbolo de este conjunto y goleador absoluto del actual torneo, como no podía ser otro que el venerable Damián Emilio Akerman.

Tras la igualdad en cero en Lomas de Zamora, que bien pudo ser victoria, y la jornada libre, el Gallo afrontaba un difícil compromiso con el Deportivo Armenio de Federico Domínguez, de "capa caída" durante las últimas fechas y, sin embargo, expectante entre los equipos que pugnan por ingresar al reducido, por la Zona "B" del Torneo de Primera "B", "Osvaldo Guerra".

Matemáticamente aún con chances, aunque casi fatalmente resignado a observar desde lejos el ascenso directo de Los Andes, Morón salía al maltrecho campo de juego del Nuevo Francisco Urbano (otra vez "herido" en su verde, tras un acto de culto evangelista en la semana precedente, con abundante ingreso de particulares, en un alquiler inapropiado aunque propio de un estado de "necesidad con cara de hereje"), con la premisa ineludible de sumar de a tres, en el doble objetivo de recortar distancias con el segundo y tercero zonales (Acassuso y Villa San Carlos, respectivamente) y al mismo tiempo, consolidarse en puestos de hexagonal final y mantener a raya a sus inmediatos perseguidores en la contienda de semi-fondo (Barracas Central, UAI Urquiza y el propio Deportivo Armenio).

Para ello, Blas Giunta decidiría desarmar su habitual doble cinco y hacer ingresar a Gerardo Daniel Martínez como enganche, en la búsqueda de mayor tenencia y volumen de juego en el medio, y con ello, más y mejor protagonismo de sus delanteros, algo de lo que había carecido en Lomas de Zamora y Villa Raffo, por citar dos ejemplos.

Sin embargo, el cambio de dibujo táctico no le redundaría dividendos al Gallo, puesto que la actuación individual de la "promesa vitalicia" de Morón volvería a desaprovechar su chance, desenvolviéndose con la intrascendencia que caracterizara su performance, salvo las fechas iniciales del pasado campeonato, cuando a fuerza de goles y pases entre líneas disimulara el horrible comienzo de la última temporada y, en definitiva, se convirtiera en el "ángel de la guarda" de un Mario Darío Grana DT, de otro modo, condenado prematuramente a la guillotina de los malos resultados y peores rendimientos.

De este manera, no resultaría extraño que, por vez primera desde la llegada de Blas Giunta, el Gallo perdiera la "batalla" del mediocampo, ante la soledad incontrastable del retornado Damián Ezequiel Toledo, resignado a padecer un 1-2 constante en esos primeros minutos, ante la ausencia de otros volantes de marca, más allá de la solidaridad y las buenas intenciones, tanto de Cristian Román Yassogna por derecha, como de Federico Domínguez por la banda opuesta.

Pese a ello, Sebastían Darío Peratta volvería a transformarse en un espectador privilegiado del encuentro, puesto que la única situación real de riesgo generada por la visita, al cabo de los 90 minutos, resultaría la primera acción seria del partido, apenas transcurrido el minuto inicial de juego, a partir de un cabezazo desviado de Ortíz López, el nueve goleador de la visita, a partir de allí neutralizado por completo entre Nicolás Miguel Gásperi y Emiliano Jonathan Iván Mayola.

Con el dominio del balón en los pies de los volantes rivales, de buen manejo aunque absolutamente intrascendentes en los últimos metros, los medios del Gallo habrían de sobreponerse a las dificultades que volvía a proponer el campo de juego, y a partir de otro buen partido de Federico Domínguez (retemplado futbolísticamente por la confianza que le brindara el cuerpo técnico desde su llegada), y el empuje del resto, comenzara a arrinconar a la visita contra su propio marco, desnudando con ganas y paciencia las debilidades de una defensa rival permeable.

En una de esas aproximaciones del Gallito, y cuando ya la visita había dejado de frecuentar por completo los últimos metros del área del "Flaco" Peratta, una individual en ataque encabezada por Rodrigo Lemos (otro de correcto partido), terminaría con una falta dudosa de Armando Lezcano, dentro del área, considerada como penal por José Carreras, el árbitro del encuentro.

No sin suspenso, ya que el propio Carreras habría de hacerlo ejecutar en dos tiempos, debido a una invación de zona tan "fantasma" como la misma infracción de nuestro conocido "Pipi", Damián Akeman acertaría en ambos intentos y en el segundo, convalidado finalmente por el "pito", darle una ventaja inicial trabajosa, aunque merecida desde las intenciones y las ambiciones ofensivas.

Si a Armenio le había resultado cuesta arriba acercarse con seriedad hasta la siempre sólida defensa del Gallo, más allá del buen toque que evidenciaban sus medios, con la desventaja parcial y a diez del cierre de la primera etapa, sus limitaciones ofensivas aumentarían de manera definitiva, exponiéndose asimismo, a la posibilidad de una contra que comenzara a liquidar el pleito en favor del local.

Y a este Morón sólido, seguro y paciente, de delanteros veloces y contragolpes letales, le bastarían sólo diez minutos más para clausurar en la práctica el desarrollo del encuentro, a partir de una gran contra encabezada por Federico Domínguez, quien tras "pincharla" con calidad con el empeine del botín zurdo, habilitaría al goleador histórico con tiempo y espacio justos, como para despachar una volea formidable y agregar más capítulos a su libro de proezas, con su octavo gol en el torneo y el 145 con la camiseta que lleva grabada a fuego.

Con la ventaja de dos consumada, el segundo tiempo estaría prácticamente de más en todo su desarrollo, con un Morón tranquilo, seguro y dueño absoluto de las acciones, e incluso regulando energías y evitando nuevas lesiones, de cara a otro trascendental cotejo en la lucha por el reducido, como lo será el del próximo miércoles, frente al Barracas del "Gato" Norberto Salvador Daniele.

Ya en tiempo cumplido y cuando Blas Giunta había recompuesto el doble cinco, con el ingreso de Jonathan Páez por Gerardo Martínez y el reemplazo de Guillermo Suárez en lugar de Damián Akerman, para que el Pueblo del Gallito se rompa las manos en aplausos, una vez más ante su máximo ídolo moderno, el mismo Guillermo Suárez tendría la chance de anotar su primer gol en Morón, a partir de un segundo penal para la polémica, sancionado por José Carreras en perjuicio del ex Tigre, con expulsión incluida por último recurso, del golero de la visita.

Claro que, aún con un improvisado arquero, como el zaguero Buongiorno, el remate de Suárez resultaría tan débil y anunciado que podría ser controlado, en primera instancia, aunque en el rebote aparecería Jonathan Páez para capturar el envío antes que nadie y, con un toque seco y goleador, hacer "zafar" a su compañero y cerrar el marcador con un contundente 3 a 0.

Morón retornó de la fecha libre y volvió a sumar de a tres, en un partido de vital importancia para sus aspiraciones de clasificación al reducido, derrotando sin brillar pero con absoluta justicia, a uno de sus inmediatos perseguidores en la tabla zonal, justificando sus razones y virtudes a la hora del triunfo final, más allá de los posibles fallos arbitrales que pudiesen haberlo favorecido.

Morón sueña con un ascenso, que hasta hace sólo seis fechas, parecía más una quimera que una esperanza posible.

Y lo avalan los números... Y el Oeste es una fiesta.
 
Gustavo Adrián Requelme
@elgallogustavo

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