miércoles, 7 de mayo de 2014

En trabajo de parto…

Del mismo modo que, hace casi una semana, nos referíamos al fútbol como la “dinámica de lo impensado”, dentro del cúmulo histórico de definiciones que recibiera, a la largo de los años, el deporte más hermoso del mundo, una vez concluida la presentación con derrota del Gallo, frente a Témperley, paradójicamente en el mejor partido desde la llegada de Salvador Pasini… tras la igualdad en cero con Estudiantes de Buenos Aires, también en el Nuevo Francisco Urbano, el Deportivo Morón habría de llevarse un punto, a priori con sabor a poco, pero dado el desarrollo del mismo, dentro de la presentación más pálida el equipo, en la era de “San Salvador”, esa misma dinámica del imprevisto, con forma de esférico balón, habría de dictaminar sin margen de error, que Morón la sacó definitivamente barata e incluso se hizo acreedor a un punto importante.

En efecto, en la previa y conocidos los resultados con empate, tanto de Defensores de Belgrano como Flandria (sumados a la fecha libre de la UAI Urquiza), presagiaban una fecha a pedir del Gallo, puesto que de ganarle al “Pincha” de Caseros, aumentaría la diferencia con ambos en la tabla de los promedios, con un margen tranquilizador y hasta casi indescontable, de cara a los próximos compromisos de nuestros rivales directos, que incluyen enfrentamientos “mano a mano” entre todos los involucrados, incluido el Deportivo Morón, de aquí y hasta el cierre del campeonato, en una final de juego tan apasionante como imprevisible.

De entrada nomás, y con el único cambio del reingreso de Esteban Giambuzzi, en lugar de Luis Ferreyra, por un lateral derecho que desvela al técnico del Gallo, en flagrante ausencia de intérpretes idóneos y confiables, Morón comenzaría el encuentro con las mismas dudas que exhibiría frente al “Gasolero” y que, a la postre, lo conducirían invariablemente a su primera derrota desde el arribo del “Tano” Pasini.

Con un Juan Cruz Leguizamón nuevamente dubitativo e inseguro en el arco del Gallito, aunque sin la gravitación trascendental de sus errores o inseguridades, en la chapa final del partido, como por desgracia ocurriese ante el “Celeste”, en los minutos iniciales del encuentro, la visita hallaría grietas por dónde lastimar a Morón en su última línea, al contar con dos ocasiones de gol muy claras, mezcla de méritos propios y deméritos ajenos.

Con la colaboración inestimable de una defensa una vez más vulnerable, en particular por el carril derecho (verdadero talón de Aquiles de este equipo), entre Cristian Yassogna y Sergio Sosa se las arreglarían para preocupar a una permeable última línea del Gallo, con el punto más alto en Ariel Otermín, abanderado de la resistencia y referente indiscutido de la regularidad al servicio del “cero” en el propio arco, así como de un Matías Orihuela muy recuperado, jugando quizá el mejor partido en esta segunda parte del torneo, con mayor solidez en la marca y la conocida velocidad y criterio a la hora de sumarse en ofensiva.

Sin embargo, en este Morón de rendimientos discontinuos y actualidades disímiles, ni Emiliano Mayola, ni mucho menos Esteban Giambuzzi habrían de acompañar los buenos momentos de sus referidos compañeros. En el primero de los casos, resulta cada vez más evidente que la mejor versión del ex Flandria, tuvo lugar durante el ciclo de Mario Grana, al desempeñarse en línea de tres, como stopper por izquierda, mermando notablemente su performance con cuatro en el fondo, sin la contención necesaria de Otermín a sus espaldas, cada vez que le toca anticipar lejos del área, donde hoy se lo nota inseguro y a destiempo. Distinto es el caso del Giambuzzi que, con el debido respeto, su mejor momento lo debió haber vivido en la misma posición, aunque jugando para el “Cartero”.

Luego de aquellos primeros minutos de zozobra, donde una visita “incentivada” por los deseos de vencer a Morón en su propia casa y comprometerlo con el descenso, el once de un Pasini que no gana para disfonías e hipertensiones varias, comenzaría a equilibrar el trámite del encuentro, sin brillantez pero con muchísimo esfuerzo, para intentar destejer la madeja de volantes que dispondría Fabián Anselmo, técnico del rival, con el objeto de obstaculizar las habituales usinas de generación de fútbol en el local, así como entorpecer las también usuales escaldas por las bandas, de sus “ligeritos” mediocampistas externos.

Así las cosas, con un Dante Zúñiga maniatado y errático, generoso en prodigalidad aunque nuevamente lejos de sus mejores épocas, el mayor acierto táctico de Estudiantes consistiría en propiciar que el manejo del balón en el Deportivo Morón pasara por los pies de Martín Granero, quien si bien redondearía su mejor partido desde su lesión de pretemporada, resulta bien sabido que su fuerte es el quite y la cobertura defensiva, pero jamás la administración del juego y el primer pase ofensivo.

Aún así, con todos los posibles caminos cerrados y sin demasiadas ideas a la vista, el Gallo se las arreglaría para acercar algo de peligro, durante aquella primera etapa, a partir de las escapadas de Gastón Sánchez por derecha y de Mariano Barbieri por la banda opuesta. En el caso del “Polaco”, volvería a demostrar su fenomenal velocidad, aunque muchas veces carente del mejor final en los metros finales. Por el contrario, el “petiso” Barbieri se erigiría en una de las figuras del encuentro (junto a Orihuela y Otermín, por el lado de Morón), siendo el hacedor y mentor de los mejores pasajes ofensivos del Gallito, sin descuidar su habitual generosidad a la hora de la cobertura defensiva, donde el desfasaje defensivo requiera de su solidaridad y compromiso con el equipo (en este punto, queremos creer que los dirigentes del Gallo, entre tanta ocupación preeleccionaria, habrán sondeado ya las pretensiones económicas de sus pares de Flandria, dueño del pase del oriundo de Chivilcoy, para hacerse de la ficha definitiva del jugador, una vez finalizado el presente torneo de la “B” Metro).

Con un Damián Akerman muy activo en ofensiva, aunque sin el acompañamiento necesario en los últimos metros de la cancha, a partir de un Mariano Martínez solidario de manera habitual para los encuentros en tres cuartos, pero demasiado lejos del ámbito donde su calidad hace más diferencia, las ocasiones más claras del Gallito provendrían de pelotas paradas, tras sendos cabezazos de Ariel Otermín y el propio Akerman, a la salida de dos córners cerrados, ejecutados por Barbieri y Dante Zúñiga.

Ya en el complemento, la visita volvería a hacerse fuerte en el medio y a dominar las acciones de un encuentro, tan parejo como ordinario y mal jugado. Sin embargo y merced nuevamente a las dudas de Leguizamón y las ventajas otorgadas en defensa, el “Pincha” a poco estuvo de dar el mayor disgusto en el Oeste, cuando una entrada de Diego Torres por izquierda, derivaría en un centro apenas desviado por las uñas del arquero del Gallo, para evitar que llegara a la posición de Cristian Yassogna, quien ya se relamía con la apertura del marcador y el jugoso premio especial, puesto a repartir en caso de ganar en la brumosa noche del martes.

Por si no fuera suficiente para el agitado ritmo cardíaco de los hinchas de Morón, sólo unos minutos más tarde, entre las manos de Leguizamón y el azar a su favor, impedirían que los de Caseros marcasen en el resultado, una ventaja cada vez más notoria en el desarrollo del encuentro, ante la entrada franca de Luciano Nieto, cuyo remate con destino de red, finalmente se estrellaría en el ángulo comprendido por el travesaño y el caño derecho del arco de Morón.

Al igual que frente a Témperley, si el primer tiempo del Gallito había resultado flojo, en el complemento la actuación del equipo de Pasini resultaría aún peor, destino que ni siquiera el ingreso de Gerardo Martínez podría torcer, sin preponderancia ni desequilibrio alguno en el desagregado de sus minutos en cancha.

Sin situaciones francas de gol, ante un Martín Ríos que sobrellevaría un segundo tiempo demasiado tranquilo, Gastón Meineri marcaría el final del partido, con sabor a poco desde el a priori, pero con cierto dejo de conformismo, ante los sofocones sufridos en la etapa complementaria y lo mal que se jugara en esos ’45 del epílogo.

Párrafo aparte para la vergonzosa tarea del árbitro del cotejo, que entre otras muchas atrocidades reglamentarias, pasaría por alto un claro penal a favor del Gallo, en el primer tiempo, ante una mano grosera del ex Atlas y Morón, Sebastián Lamacchia. En contraste, la grata presentación en sociedad de Marcos Vallejos, un juvenil volante central que, sustituyendo a Dante Zúñiga y desempeñándose por el carril derecho, habría de demostrar con un par de “pincelazos”, que estamos en presencia de un jugador interesante y para tener en cuenta, con mayor rodaje y minutos de juego.

En definitiva, y como expresáramos al comienzo, en esta “dinámica de lo impensado” que es el fútbol, el Morón de Salvador Pasini, en el peor partido desde su advenimiento, rescataría un empate ante el “Pincha”, para mantener diferencias en la tabla de los promedios, en la antesala de los enfrentamientos “mano a mano” entre los protagonistas principales y directamente involucrados que, en el caso el Gallo, comenzarán este próximo sábado, desde las 13, cuando deba visitar el “Monumental de Villa Lynch”, para enfrentar al modesto aunque complicado, UAI Urquiza.

A controlarse la presión y a tomar la “coramina”… Restan aún cuatro puntos y todavía estamos en trabajo de parto.

“San Salvador” Pasini…, líbranos ya de este dolor.

HAGAN LIO.

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