viernes, 9 de mayo de 2014

8JN CDM.

Juan Domingo Perón, en una de sus tantas célebres frases, que más tarde fueran compiladas en verdaderos manuales de construcción y conducción políticas, advertía que “el poder se prefigura”.

Esto significa, en términos mundanos, que quienes dirigen los destinos de terceros, por su rol o posición de privilegio, y determinan, deciden o articulan las políticas, entre dos o tres actores sociales, reunidos entre cuatro paredes, invariablemente terminarán por gobernar para unos pocos, en detrimento de unos cuantos.

Así las cosas y en vísperas de un nuevo proceso eleccionario en el Deportivo Morón, con fecha prevista para el venidero domingo 8 de junio del corriente, resulta interesante subrayar algunos puntos, con relación a la conformación de la lista oficialista, que procurará la reelección del actual presidente de la institución, Diego Spina; a la sazón, la única alternativa puesta a consideración de los socios habilitados para sufragar, en la jornada referida, en ausencia (hasta el momento y una vez vencido el plazo máximo para la oficialización de listas de candidatos) de otras propuestas de cambio u oposición a la continuidad del mandato aún vigente.

En primer término, no debe pasarse por alto que, para el auténtico fortalecimiento de la democracia interna de nuestro club, jamás resultará benéfico ni auspicioso la falta de alternativas electorales a la lista oficialista, dado que, en este contexto, lo que debiera constituir un acto eleccionario para la renovación de autoridades, habría de convertirse en un mero plebiscito de la gestión preexistente, anclado seguramente en una legalidad incontrastable, aunque con una legitimidad relativa, dada la imposibilidad de contraponerla en las urnas, con otras propuestas diferentes.

Al mismo tiempo, y con relación a la conformación de la única lista, de cara a la elección del próximo 8JN, debemos concluir que una vez más y en coincidencia con el sesgo que caracterizara a la gestión de Diego Spina, en los últimos dos años, las “formas” han resultado prescindentes y anecdóticas, por imperio de los intereses, las necesidades y las urgencias personales y sectoriales.

En efecto, a caballo de una imprescindible renovación dirigencial, avalada por una amplísima mayoría de la masa societaria y con un consenso abrumador dentro del “Mundo Morón”, a nuestro criterio, el oficialismo una vez más ha pecado de provocar los cambios “de prepo”, y sin el debido proceso de “selección natural”, para arbitraria e inconsultamente, borrar de un “plumazo” a los dirigentes históricos del Gallo; equidistantes de valoraciones personales, otrora fundamentales desde el propio “spinismo”, para la construcción de una lista de unidad, hasta hace sólo dos años, en tanto condición sine qua non para el desembarco y salvataje institucional, por parte de los enviados del ejecutivo comunal.

Para que quede claro, puesto que nunca falta el “desorientado” que malinterpreta nuestras palabras, desde este espacio no se pretende defensa alguna de una camada de dirigentes que hace rato debiera haber dado un paso al costado, en observancia al factor generacional y los años en la función dentro del club, con diferentes grados de desgaste y hasta desprestigio (en algunos casos particulares) entre los socios y simpatizantes, a raíz de la repetición durante años, de los mismos errores en materia deportiva, que devinieran en más de dos décadas de fracasos futbolísticos; lo cual no habilita ni convalida, sin embargo, en ningún caso y de modo alguno, el “ninguneo”, el destrato y la flagrante falta de respeto a la que resultaran expuestos.

Por lo general, en las instituciones serias de nuestro medio, donde las clases dirigenciales han sabido situarse a la altura de los acontecimientos y urgencias del momento, a fin de garantizar la armonía interna y en definitiva, el destino de grandeza del club que dicen amar y cuentan con el honor de representar, esta clase de necesaria renovación directiva hubo de generarse de manera natural, progresiva y no traumática, validando los aciertos de los antecesores y corrigiendo los vicios y metodologías erráticas; en la búsqueda de una sinergia oportuna y virtuosa entre la experiencia en retroceso y el empuje de las nuevas generaciones y tendencias modernas y superadoras.

Claro que, para acceder a ese estadío de madurez esperable en cualquier clase dirigente, es menester previamente, contar con un alto grado de grandeza de los salientes, y un modo de conducción abierta a los consensos entre quienes los sucedan en el tiempo; algo que en nuestro caso brilla por su ausencia, tras la evidencia irrefutable de dos décadas sin alternancia ni pasos al costado, y una actualidad signada por la falta de autocrítica, los personalismos extremos y una metodología de conducción autocrática y ensimismada.

Un caso testigo de las consecuencias nefastas que originan estos cambios bruscos, “de prepo” y sin transición alguna en el seno de las cúpulas dirigenciales, sin dudas que lo constituye el Club Atlético Independiente, que tras años de frustraciones y de desmanejos financieros, impulsara el triunfo electoral de la “Agrupación Independiente Místico”, a través de Javier Cantero; una “cara nueva”, proba y sin máculas en el “Mundo Rojo”, aunque carente de experiencia alguna en la gestión directiva, y en definitiva, emergente coyuntural de una mayoritaria y genuina expresión de hastío y descontento societario, una vez concluida no sin escándalo, la vergonzosa presidencia de Comparada, de inocultables vínculos con “Bebote” Alvarez y la barra brava, socios y al mismo tiempo empleados de su comisión directiva.

Repasada su azarosa génesis, demás resulta ahondar en su apogeo y posterior debacle, que hoy ha defenestrado la otrora figura incólume de Cantero, y hasta ha posicionado al propio “Bebote”, como candidateable a la presidencia de un Independiente sin rumbo institucional, hundido económicamente y en lo deportivo, en el momento más vergonzante de su rica historia.

Por todo ello, en este instante, recordamos otra frase, que quizá clarifique algunos de los puntos que hemos querido subrayar, con vistas a nuestro 8JN: “el camino del infierno se halla empedrado de buenas intenciones”.

Proverbio más bíblico y menos político, lo que intenta es advertir sobre los peligros de exponer a una clase dirigente emergente, de comprobada idoneidad, sobrados méritos y mejor futuro, así como de reconocida probidad y amor incondicional por el Gallo, a quedar rehenes de una construcción de poder que poco tiene que ver con la institución, su gente y su historia; y tal vez mucho, con intereses sectoriales y ambiciones personalísimas, en la consecución de objetivos de otra índole, absolutamente ajenos a nuestro maravilloso club y sus destinos de indubitable grandeza.

En definitiva, ojalá algún día, este proceso de "renovación de prepo" e inconsulto, como todo en la actual gestión de Diego Spina, se complemente con una segunda e indispensable etapa, donde sólo perduren los mejores y, fundamentalmente, los de verdadero e inequívoco ADN del Deportivo Morón.

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