miércoles, 19 de febrero de 2014

Algunas consideraciones acerca de la derrota frente a Platense.

Qué difícil escribir, propiciando bajar un discurso positivo y esperanzador (como en rigor, lo hemos hecho siempre, aún a pesar de algunas convicciones y certezas en el sentido opuesto), cuando ya no queda de dónde asir ese relato condescendiente, para con el espíritu de conjunto, el sentido profesional y el sentimiento de hincha.

Qué tarea complicada, si debemos hallarle razones a la sinrazón, de errores y horrores consabidos desde su génesis, máxime cuando ya no se trata de la primera, ni de segunda, ni la de tercera o cuarta vez, sino más bien cuando hace tiempo que se transita el derrotero suicida de la contumacia declarada, convencida y hasta justipreciada como una valor reconocido, declamado y defendido con pasión, muchas veces desmedida y  hasta revanchista.

Qué faena redundante y agobiante, referirse una vez más, a lo que pudo ser y sin embargo no ha sido, y lejos de hallar actos de grandeza en la adversidad ineludible e incontrastable, encontrarse nuevamente con los mismos gestos de tozudez y obcecación insensata, con un discurso público que trasunta y apela a las fibras íntimas del sufrido corazón de hincha, mientras se da fatalmente de bruces con una realidad, que se presenta mucho más cercana al personalismo extremo y al egoísmo más prosaico, que al genuino amor por una misma camiseta.

Y qué decir cuando esa ofuscación contumaz y peligrosa, se halla legitimada, avalada y sostenida por otros personalismo aún más extremos, que ya han dado sobradas muestras en el pasado reciente, de ser capaces de dilapidar tiempo, ilusiones y posibilidades racionales de torcer rumbos a tempo, en el insensato sostén de lo insostenible y en la absurda labor de dotar de sentido a la sinrazón más elemental, manipulando para ello la única verdad posible, es decir, la realidad, en procura de demostrar “quién la tiene más larga”; y mientras tanto, en desmedro claro y contundente de aquellos a quienes deberían representar con valentía y eficiencia, pero también con grandeza y sensatez, en especial a la hora de la toma de decisiones más complejas y necesarias.

Es precisamente allí, donde las supuestas convicciones se confunden con la necedad y hasta con la negligencia, cuando los egoísmos de unos pocos y los silencios cómplices (e interesados) de unos cuantos más, ponen en riesgo valores mucho más trascendentales y trascendentes que sus propios “miembros”, y arrastran en su insensatez manifiesta y provocativa, a miles de silentes y dolientes corazones, que ajenos por completo a estos juegos de poderes internos y a esta lucha de egos fuera de control, dilapidan sin pudor ni remordimiento, los sueños colectivos y las pasiones más genuinas.

En definitiva, como lógica consecuencia de la incongruencia repetida, un puñado de ilustres nominales (impunes e inmunes a la crítica, en abuso de las facultades que les confiere la idolatría) o por imperio de sus funciones ejecutivas (siempre contingentes, momentáneas y en mera representación de sus legítimos y soberanos mandatarios), se sitúan por encima de los verdaderos deseos e intereses de las instituciones, sus historias (muchas veces desconocidas, por simple vanidad o aún peor, por auténtica ignorancia), sus verdades trascendentes, su dignidad, su prestigio y sus honores bien ganados y adquiridos con orgullo en el devenir de los tiempos.


Si ellos mismos, por un instante, dejaran de “medirse sus miembros” y reflexionaran sobre el sentir y la pasión de tantos corazones afligidos, tal vez las respuestas resultarían bien diferentes y sus decisiones, siempre difíciles, pero valerosas y a tiempo, transitarían por el camino doloroso pero virtuoso del desprendimiento y la grandeza.

De lo contrario, pretender equiparar egoísmo con “amor a la camiseta” e insensatez en la toma de decisiones con convicciones honestas, sería faltarle una vez más el respeto al hincha que idolatra y al socio que delega y ansía ser escuchado.

Ojalá esta vez, se sitúen a la altura de los acontecimientos y de los desafíos que plantea esta hora, sin duda la más crítica y sensible en nuestros últimos treinta años de vida.

Puesto que, como lo dijésemos hace ya bastante tiempo, si “a los tibios los vomita Dios”, entonces a quienes desoigan y traicionen el SENTIMIENTO DEL HINCHA, seguramente les corresponderá la condena histórica, de nuestro origen y destino orgullosamente compartidos.

2 comentarios:

  1. Estimado Gustavo:

    Soy un asiduo lector de la página del Gallo y vi posteado este comentario al que me " Sorprende en gran medida" el uso de términos y vervos que engalanan dicho comentario vertido por su persona.

    En mi opinión, este es el mas grande y preciso comentario con un nivel literario nunca visto por mi persona en los tiempos que paso por esta página.
    Quiro felicitarte por lo vertido, por el contenido y la intención que pusistes al escribir este párrafo y manifestarte mi total acuerdo con el mismo.

    Te dejo un saludo Especial

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    1. Infinitas gracias por tus generosas palabras y conceptos, Alejandro!!..., reconforta y enorgullece saber que nos sigas y te agrade y sea de utilidad la información que tan laboriosa y humildemente realizamos a diario, tanto aquí como en nuestra página hermana de Facebook, "Club Deportivo Morón, el Gallito". Te mando un abrazo grande y nuevamente te agradezco de corazón, por tan bellas palabras, de significativa importancia en lo profesional, pero también en lo personal. Gustavo Adrián Requelme.-

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