martes, 29 de octubre de 2013

Variantes y decisiones que nos suicidan (de a poco).




Sabido es que, en el fútbol, existen tres resultados posibles: los partidos se pueden ganar, empatar o perder. Por desgracia, en este torneo tan atípico y dramático para los hinchas del Gallo, el Deportivo Morón parece haber asimilado una nueva categoría a las ya conocidas, la cual ha decidido poner en práctica, durante varios pasajes de la presente temporada, por lo menos, hasta la actual fecha 15º: nos referimos a los cotejos “regalados”.

En efecto, ya sea a partir de disposiciones tácticas erráticas, modificaciones nominales cuestionables en el transcurso de los encuentros o irresponsabilidades de algunos de los protagonistas dentro de la cancha, el Gallo ha venido dilapidando puntos vitales, en su lucha primigenia por mantener la categoría que, en especial durante las últimas fechas, le han impedido recortar la distancia que lo separa de los equipos que lo anteceden en la tabla de los promedios; a la vez que sí le permitiesen mantenerse expectante y hasta líder, en la otra tabla, la de posiciones, merced a un torneo de la “B” Metro que de tan parejo y mediocre, hoy ofrece generoso, sueños de ascenso a casi todos sus participantes, con nada menos que 18 conjuntos en poco más de seis puntos.

Esta tarde de martes, y tras el trabajoso aunque merecido triunfo ante el “Cartero”, el Deportivo Morón tenía la ocasión de seguir engrosando su flaco promedio con nuevas y necesarias unidades, nada menos que en choque de punteros, dado que debía visitar a un irregular Atlanta, que había ganado un único partido en el “León Kolbowsky” (con un sólo gol, el del triunfo por la mínima, ante el “Pincha” de Caseros) y a pesar de ello, sin embargo exhibía credenciales de líder, al igual que el Gallo.

Y el partido se plantearía parejo y de mediocre desarrollo, como todo el torneo, con varios pasajes de control de balón y del campo de juego, por parte del Deportivo Morón, a partir de la ratificación de los buenos momentos que atraviesan sus dos volantes centrales, Martín Granero y Dante Zúñiga: el primero aportando el quite y el timming necesarios para cortar circuitos ajenos y recuperar la pelota, para dar inicio a los propios, así como el segundo generaba de lo poco visto en materia de fútbol, en la tarde de Villa Crespo, con su claridad y panorama habituales.

Claro está, que habría de notarse una ausencia más que sensible, en este Morón de mucho sacrificio y pocas ideas, dada la baja obligada de Gerardo Martínez, quien en más de un encuentro, aún con sus intermitencias a cuestas, ha sabido destrabar partidos tan cerrados, como ante el “Bohemio”, a partir de sus toques de calidad, en algún pase en profundidad para los delanteros, o por la puntería de su notable pegada de media y larga distancia, para abrir con algún golazo de tiro libre, varios cotejos que tenían destino esquivo para el Gallo, más allá de los ocasionales merecimientos.

Así las cosas, sin Gerardo, toda la responsabilidad a la hora de la generación de ideas futboleras, estaría depositada, una vez más, en los pies de un Esteban González que insinúa más de lo que concreta; pero que, sin embargo, constituye ese jugador distinto que, a pesar de sus lagunas, alberga la esperanza de ese pase en cortada o ese centro preciso, que genere la jugada de peligro, que finalmente tuerza a favor partidos como el de esta tarde.

Lástima que, para intentar ganar un partido, primero es menester generar alguna situación de riesgo, cosa que Morón, a excepción del último cotejo ante “Comu”, ha producido menos que a cuentagotas, sumándose a ello, el bajísimo nivel por el que atraviesa Damián Akerman, quien aún no ha logrado hallar el camino de regreso, que lo reencuentre con la su gran amiga la red y le llene (y nos llene) la boca de gol, de una vez por todas, en este nefasto campeonato, desde los personal.

Lo que reduce drásticamente, nuestras alternativas goleadoras (sin la puntería de Gerardo Martínez), a la inspiración de un Mariano Martínez, que dentro del área ha dado muestras de su importancia (con cuatro tantos en su haber), al igual que, fuera de ella, ha evidenciado lo poco y nada que pesa. Sin contar que, al igual que varios de sus compañeros, no ha logrado adquirir una regularidad en su rendimiento, que lo convierta en un jugador determinante, en todos los encuentros, registrando cotejos de un alto nivel y otros, como frente al “Bohemio”, donde pareciera desconectado y un simple caminante de la cancha.

Para colmo, este Morón tampoco logra obtener regularidad desde las bandas, con dos carrileros rápidos y desequilibrantes, como Mariano Barbieri y Gastón Sánchez, que también han prometido más de lo generado, a quienes se los nota atados o tal vez incómodos con alguna faceta de juego, puesto que no han logrado consolidarse, por lo menos a la fecha, ni como alternativa de llegada ofensiva por sorpresa, ni de relevo oportuno y salvador en defensa. De hecho, todo lo bueno que había insinuado el “Polaco”, en los primeros encuentros (con pases gol incluidos), hoy se han convertido en espasmos intermitentes, durante lapsos cortos de algunos partidos. Por el lado de Barbieri, el de mejor rendimiento, en las últimas jornadas, con especial hincapié en el triunfo ante Comunicaciones, la pobre actuación frente a Atlanta, constituye un retroceso en su rendimiento, más parecido al jugador inexpresivo de las fechas iniciales, que se empecinaba en la individual y equivocaba o demoraba los caminos y pases, para perder la pelota en sectores sensibles del campo, propiciando contragolpes evitables de los rivales.

En defensa, y hasta el derechazo de otro partido, que el recién ingresado, Lucas Nanía, inflara la red de “Chiche” Migliardi, para darle al local un triunfo, que minutos antes, once contra once, parecía complicado para los del “Gallego” Sebastián Méndez, la última línea del Gallo se había mostrado segura y no había pasado demasiados sofocones; a la inversa de lo sucedido en el triunfo frente al “Cartero”, con la única preocupación de Marcos Godoy, bien controlado entre Ariel Berón y su tocayo, Otermín, completándose con otro buen partido de Emiliano Mayola y de un Migliardi que tuvo pocas, y esas pocas supo y pudo conjurar.

Hasta que este Gallito urgido de puntos y resultados positivos, y sin embargo, solidario con causas perdidas y en especial, ajenas a las necesidades del propio Morón, decidiría desde el banco el ingreso de Gonzalo Juárez, en lugar de Gastón Sánchez, aún con ’25 del complemento por delante, y en el marco de un partido chato y aburrido (como todos los de este torneo), pero controlado y hasta ganable, de iluminarse alguno de los intermitentes dotados y ausentes sin aviso de la visita.

Y este cambio defensivo, que con algo de lógica (discutible, pero lógica al fin), procuraba desde la concepción del cuerpo técnico de Morón, armar una línea de cuatro en el fondo, para asegurar el punto, por si las ideas propias no fluían hasta el final del partido, y la voluntad ajena pudiese arrimar algún tipo de peligro, se convertiría en un boomerang, cuando con escasos siete minutos en cancha, el mismo Gonzalo Juárez se hiciera expulsar absurdamente (una vez más), en su irresponsable intento por anticipar un balón en mitad de cancha, sin el timming ni la velocidad física y mental necesarias; lo que determinaría que adelantara demasiado, un anticipo defensivo evitable y, segundos más tarde, una entrada con ambos pies hacia delante, en un intento desesperado por no perder un balón inútil, en una zona del campo ridícula.

Con la roja de Gonaldi consumada, y ya sin Juárez en el terreno, el encuentro que se avizoraba controlado y hasta ganable, minutos antes del ingreso del ex Acassuso, modificaría drástica y definitivamente su curso, puesto que el hombre de más, con alrededor de ’20 por jugar, se transformaría en una inyección anímica para este mediocre único líder (Atlanta), de esta paupérrima temporada de la “B” Metro; hasta desembocar en el gol de otro partido de Lucas Nanía, con escasos segundos en el campo de juego, y el triunfo final sobre una visita, incapaz de reaccionar, tras haber resignado desde el propio banco de los suplentes, la alternativa del triunfo necesario, en primera instancia, y de la recuperación y el posible empate, en segundo y último término.

Porque, por desgracia, y justo en el presente torneo de la “B” Metro, donde cada triunfo es oxígeno para el Gallo, este Deportivo Morón ha decidido solidarizarse con algunos rivales y a las alternativas naturales del juego, agregarle de motu proprio, una nueva y peligrosa variante de resultado posible: el partido “regalado”.

En un campeonato sin margen, no se pueden otorgar ninguna clase de ventajas. Y hoy, desde el banco de los suplentes, hay decisiones y variantes que nos suicidan de a poco. Lamentablemente.

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