lunes, 22 de abril de 2013

Alguien que se anime a cambiar la historia.



¿Qué fue de aquél equipo contundente y hasta lujoso de las primeras tres fechas y algunos otros breves pasajes del actual torneo de la “B” Metropolitana, en su temporada 2012/2013; en la campaña número 23, para el caso particular del Deportivo Morón, que desde los albores del nuevo milenio, predijo el regreso a la “B” Nacional como un trámite burocrático y hoy, a más de dos décadas, ha hecho trizas infinidad de sueños y promesas de campeonato, mientras año tras año resigna prestigio, esperanzas y dinero, incapaz de decirle adiós definitivo a esta primera “C” “Premium” que es nuestra pesadillesca “B” Metro?.

¿Qué pudo mediar entre aquél conjunto apabullante que borró del Urbano a Platense, entonces líder del torneo, hace exactamente una rueda, para convertirse en el equipo desangelado, apático y vergonzante de la segunda fase, en la que cosechara diez unidades sobre 45 posibles; en una campaña de descenso directo y sin escalas para reeditar choques históricos con Excursionistas, Luján o Defensores Unidos de Zárate, que no se registran desde el último paso del Gallo por la vieja “C”, en 1980, de no mediar, durante los dos últimos años, la azarosa defección de General Lamadrid en la temporada 2011/2012 y de Central Córdoba de Rosario y San Telmo, en la actual, para evitar lo que en condiciones normales hubiese sido un descenso tan anunciado como merecido, por más que nos duela en el alma?.

¿Cómo puede ocurrir que, los mismos once que en un cuarto de hora borraran de la cancha a Chacarita y comenzaran a ganarle dos a cero, con tiempo y espacio para propinarle una goleada memorable, hayan sido capaces de, sin bajas por expulsiones ni la intervención de factores extradeportivos, en sólo media hora pasar a caer por 3 a 2 y lo que es peor, tras acceder al laborioso y merecido empate en tres, a minutos del final, volver a perderlo, esta vez de manera definitiva, en el descuento de un partido inolvidable por lo insólito y doloroso; engarzando un nuevo eslabón a la cadena de Florencio Varela, en el 2005, Español en el Urbano, un año más tarde y otras tantas tardes y noches de decepciones y fracasos, en que únicamente a nosotros, parecieran escapársenos finales y partidos decisivos antológicos, con el último aliento de los encuentros, de manera sistemática y a través de los años?.

¿Cómo resulta posible que este plantel que se ubica 16º, a 21 puntos de los punteros, Atlanta y Villa San Carlos, y que se fuera de vacaciones en la séptima colocación, a sólo 8 unidades del “Bohemio”, hilvanando para ello una nefasta y al parecer eterna racha de diez encuentros sin victorias, con dos empates y ocho traspiés, con dos puntos sobre los precedentes 30 en juego; presente como último antecedente victorioso en la temporada, el claro e inobjetable triunfo del pasado 6 de marzo sobre Instituto de Córdoba, en el Estadio San Juan del Bicentenario, donde por si fuera poco, diera muestras de un coraje y una capacidad de recuperación, hoy imposibles de imaginar o menos creer, revirtiendo un resultado adverso de forma más que merecida, algo que jamás ocurriría en 37 jornadas de la “B” Metro?.

¿De qué manera explicar que, este equipo que se fagocitó a Norberto Salvador Daniele, uno de los verdaderos “padres de la criatura”, sin por ello disimular su cuota parte de responsabilidad en el actual fracaso rotundo del conjunto que él mismo formó, a partir de su incapacidad manifiesta para acertar el esquema táctico adecuado y sus mejores interlocutores, tras nada menos que 31 fechas, extendiendo obstinadamente una partida tan necesaria como demorada, con la anuencia inverosímil y cómplice de la propia dirigencia; no haya sido capaz de evidenciar la “primavera” motivacional y de rendimiento que demuestran todos los equipos del mundo, al momento del cambio de un cuerpo técnico, para en contraposición, profundizar sus insolubles dilemas futbolísticos y endémicos complejos emocionales, al punto de conseguir un punto sobre los quince posibles bajo la conducción táctica de Mario Darío Grana, amenazando al mismo tiempo, con incendiar “a lo bonzo” a otro ídolo de la institución (esta vez en tiempo récord), dentro de este Morón que desde hace años, en el banco de los suplentes y antes que un entrenador, pareciera necesitar un psicólogo, un pastor y un bombero voluntario, para evitar la auto combustión de sucesivos planteles y campañas decididamente ígneas?.

¿Cómo hallar una explicación a un conjunto que, formado para pelear seriamente el ascenso, en virtud no a los lógicos deseos, sino a los antecedentes recientes e incontrastables de incorporaciones de jerarquía, con pasados de “B” Nacional y hasta incluso Primera, y con varias estrellas en sus firmamentos, producto de participaciones destacadas dentro de vueltas olímpicas ajenas; 37 fechas más tarde, sean esa suerte de “zombis” que deambulan por la cancha, sin noción táctica, ni ánimo o siquiera vergüenza deportiva, para lograr torcer una caída libre que nos compromete tan seriamente de cara a la próxima temporada 2013/2014, donde el Gallo arrancará en puestos de descenso, junto a Defensores de Belgrano y distante a doce puntos de Barracas Central y catorce de Tristán Suárez, en un torneo que seguramente deberá albergar una campaña de campeón, para evitar lo peor, con el agravante de haber reducido el margen de error a menos de la mínima expresión?.

¿De qué forma justificar que, este plantel que implica una erogación mensual tres veces superior a la que conllevaba el mantenimiento del paupérrimo equipo de la temporada 2011/2012, con sus emolumentos al día, concentraciones con todas las comodidades y pretemporadas en predios y hoteles de categoría, a diferencia de aquella impresentable plantilla profesional de la anterior campaña, que soportara cinco meses sin cobrar su sueldo y la acefalía casi total de dirigentes, a punto tal que la pretemporada marplatense la organizase y casi pagase de su bolsillo, el propio recién llegado “Gato” Daniele; haya conseguido a la fecha sólo cinco puntos más que ese conjunto vergonzante para nuestra historia, pero que sin embargo y en su defensa, suplían con una voluntad encomiable las siderales diferencias de antecedentes y categoría de protagonistas, entre un equipo y el otro?.

¿Cómo comenzar a entender las razones que han llevado a un plantel profesional a tamaño bajón futbolístico y anímico, que hoy amenaza con generalizar la “metástasis” hasta el final del presente torneo, y no ofreciendo, por el contrario, mínimas razones objetivas y comprobables para confiar en una recuperación de la vertical, al menos mínima; para que la actual “hemorragia” de puntos no se extienda durante los cinco partidos que restan, tres de los cuales tendrán lugar en el Francisco Urbano, en un injusto y deslucido adiós dentro de la cancha, solamente reivindicado en el fervor del afuera, más presente que nunca en esta coyuntura sombría, pero que a pesar de la pasión sin límites, torna aún más melancólicamente amarga la partida de nuestro viejo y entrañable estadio?.

En definitiva, tan sólo se trata de un puñado de preguntas retóricas, cuyas respuestas intuimos, pero que en rigor de verdad, quisiéramos saber con meridiana precisión y sin embargo desconocemos.

Con todo, aquello que no podemos desconocer y, en su caso, hoy excede el marco de una simple presunción, resulta el hecho de saber a ciencia cierta, cuál ha sido la constante que emparenta y atraviesa como una línea de tiempo, el fracaso inapelable del actual plantel, con la sucesión eslabonada de frustraciones, promesas incumplidas y sueños rotos, a través de 23 años de desatinos repetidos en la selección de jugadores y cuerpos técnicos, que han llevado al Deportivo Morón al borde de un retroceso de más de tres lustros en su historia futbolística, de consumarse en lo mediato un impensado y evitable descenso a la primera “C”.

Pero mientras “aquellos, los de antes”, sigan siendo “hoy, los de entonces”, quizá deberíamos comenzar a “amigarnos” con la idea de reeditar viejos duelos con Excursionistas, Luján o Defensores Unidos de Zárate, a sabiendas que a iguales recetas, los resultados serán indefectiblemente cada vez peores.

Ojalá, por el bien del Gallo y de nosotros mismos, haya alguien que se anime a cambiar la historia, comenzando por los nombres propios.


1 comentario:

  1. Se dieron cuenta que de Bongivani a esta parte cada tecnico que pasó hizo menos % de puntos que que el anterior?

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