jueves, 24 de enero de 2013

Adentro, brilló el equipo..., afuera, perdió la gente

El equipo no merecía esto, con una actuación sobresaliente dentro del campo de juego, en lo individual y colectivo, construyendo minuto a minuto un carnaval, opacado y derivado a un injusto segundo plano, por el accionar delictivo y bochornoso de un grupo de estúpidos, que de Morón tan sólo tenían la camiseta.

No lo merecía la gente, es decir, los verdaderos hinchas, que una vez más colmaron el Francisco Urbano, tras una espera interminable de dos meses y pico, en los que fueron tachando día tras día, como los convictos en reclusión penitenciaria, las jornadas de receso estival que los separaban del ansiado reencuentro con esa pasión única e inigualable, que es el Deportivo Morón.

No lo merecían las familias, mujeres y chicos, que acompañando o compartiendo la pasión, sintieron legítimo temor ante tamaña barbarie y debieron abandonar el estadio, entre lágrimas y apuros, muchas de las cuales tardarán en recuperar la confianza que les permita volver, despidiéndose quizá para siempre del entrañable Urbano, con esas últimas postales de tristeza, miedo y desilución.

No lo merecían los dirigentes y todos aquellos que en silencio y desinteresadamente colaboran a diario con la institución, que con errores, contrasentidos y discrepancias, pero con innegable esfuerzo, han vuelto a poner de pie a un club casi descendido en lo deportivo y saneado económicamente, con la colaboración de los socios, a un Morón que comenzaba nuevamente a coquetear con el infierno tan temido (y conocido) del descontrol y desequilibrio financiero, administrativo e institucional.

No lo merecía nuestra historia, esa que aquellos imbéciles no conocen ni les importa preguntar, con nombres propios inolvidables, nuestro martirologio particular, hacedores de gestas inolvidables y momentos antológicos, para el recuerdo emotivo y el regocijo de innumerables generaciones de verdaderos y fieles hinchas, marcados desde la cuna y por mera herencia genética, por esa inigualable franja roja horizontal, sobre lienzo blanco y ese Gallo orgulloso y prepotente en el pecho, como manifestación y prolongación externa del propio corazón; colores, emblemas y símbolos que ninguno de aquellos cobardes comprenderán jamás en su trascendencia y alcance.

No lo merecían nuestros muertos, es decir, aquellos que nos regalaron la pasión y hoy nos acompañan desde lo alto, en la numerosa y siempre presente hinchada celestial, acompañando cada gol de Damián o atajada providencial de "Chiche", con algún guiño de complicidad divino, disimulado como un sorpresivo rayo de sol en una tarde nublada o el paso de una estrella fugaz en una noche de Urbano.

Y muchísimo menos lo merecía nuestro templo pagano, hablando del Francisco Urbano, nada menos que en su semestre de despedida definitiva de nuestras vidas y de su rol activo, con todo lo que ello implica para cada uno de nosotros, los verdaderos hinchas, en nuestra historia vital, individual y compartida, así como en la memoria emotiva, los sueños y las alegrías de todos quienes tuvimos el privilegio de conocerlo, enamorarnos y hacernos parte integrante de sus escalones de cemento, como él de la sangre que corre por nuestras venas y confluye en miles de corazones que laten en rojo y blanco.

Pero qué pueden saber esa banda de perfectos imbéciles, que generan amargura y verguenza ajena por igual, amparados y protegidos por una inacción policial tan descarada como cómplice, incapaces absolutos de proteger la integridad física de los verdaderos hinchas, y que únicamente abandonan la indolencia y el desgano insolente, a la hora de pasar por ventanilla a cobrar un adicional por absolutamente menos que nada.

Y sin embargo goleó Morón, con un regreso triunfal al ruedo oficial en 2013,   a partir de una actuación sobresaliente de conjunto, con picos de excelencia en nombres como Dante Zúñiga, Lionel Coudannes, Mariano Martínez y Damián Akerman.

Porque el Gallo consumó un festival de toques y profundidad, para triturar 5 a 1 a Berazategui (con tres de un intratable Martínez y los primeros dos de Akerman en este certamen, para llegar a los 116 con la casaca de Morón), en el pendiente de la 5° Eliminatoria de la Zona Metropolitana de la Copa Argentina, clasificar por primera vez a la Fase Final y esperar rival entre Independiente Rivadavia de Mendoza e Instituto de Córdoba, a la par de despertar una enorme y justificada expectativa para el torneo regular, a horas del reencuentro por la "B" Metro frente a San Telmo, con el telón de fondo del anhelado regreso a la "B" Nacional, en un año histórico que podría coronarse con una vuelta olímpica, en simultáneo con los festejos por la inauguración del futuro estadio.

Porque no lo merecíamos, ni nos merecemos el estar escribiendo o leyendo este comentario, dedicando un espacio a los violentos, que debió ser para reseñar y subrayar la espléndida producción futbolística de un equipo que brilló dentro del campo, mientras afuera, un grupo de imbéciles disfrazados con camisetas del Gallo, trocaban nuestra alegría por la amargura del bochorno. 

Porque nosotros, los VERDADEROS HINCHAS, perdimos del lado de afuera, en el instante preciso en que un grupo de miserables se apropiara de nuestra fiesta, para dejarnos la sensación de amargura de una costosa derrota.

No lo merecíamos...

4 comentarios:

  1. Esta todo muy bien dicho, solo resta decir que como socio vitalicio y como parte de esa "Vieja Banda" no quiero gente asi en nuestro querido Club, espero se tomen medidas, ese sacadito que revoleo la mesa al campo de juego, hay que expulsarlo del club, y poner afiches para que no vuelva nunca mas.

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  2. Lo peor es que la nueva Barra, no corrio a nadie. Jamas se pelearon contra Chicago, con Chacarita. Estan ahi de regalados. No tiene respeto. Por cosas asi hay que promover el proyecto de Cantero en el Rojo.

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