jueves, 23 de febrero de 2012

Morón 1-Sarmiento 0, o la vieja costumbre de “voltear” punteros...


Y este Morón que viene peor que a los tumbos, al que le cuesta tanto cosechar puntos y desde luego, ganar..., sin embargo en un sólo y único aspecto, en el marco del paupérrimo desempeño actual, ha seguido fiel a una de sus sanas y agradables costumbres históricas: esto es, y más allá de los rendimientos y las campañas circunstanciales, hacer sucumbir a cada líder de turno, en particular, dentro de los límites del verde césped del “Francisco Urbano”.

Y así volvió a ocurrir, aún en esta más que austera temporada 2011/2012, el año último, primero ante Brown de Adrogué (con mayoría de juveniles, durante el interinato de la dupla conformada por Raúl “Manteca” López y Oscar Ruíz), y luego frente a Colegiales, ya con el “Gato” Norberto Salvador Daniele en el banco, para completar la trilogía el pasado miércoles, contra Sarmiento de Junín, al vencerlo por 1 a 0, en partido correspondiente a la 27° fecha del campeonato de la “B” Metro, con una golazo del goleador histórico, Damián Emilio Akerman, quien convirtiera su tanto 95 con la casaca que mejor le sienta. Todas ellas, demás está decir, victorias alcanzadas en nuestro templo pagano de Brown y La Roche.

Más aún, si en este punto sopesamos, más allá de la importancia relativa de los punteros ocasionales a los cuales les hiciéramos morder el polvo, la cantidad de victorias conseguidas ante tan encumbrados rivales, y las cotejamos con el número total de triunfos que supo acumular este conjunto durante la actual temporada y hasta la fecha, terminaríamos de comprender, tanto la importancia sustantiva de los mismos, cuanto la confirmación de lo dicho, esto es, el mantenimiento de aquella vieja y entrañable costumbre de voltear muñecos de elite (aunque sea posicionalmente), acuñada a partir de logros memorables ante San Lorenzo de Almagro, Racing de Avellaneda, Rosario Central, Quilmes y Estudiantes de La Plata, entre varios otros: aunque en este caso y con nombres mucho más módicos, propios de esta devaluada categoría, el Gallo derrotó en el Urbano a tres líderes ocasionales, sobre siete triunfos alcanzados en toda la presente campaña.

Así las cosas y con el recuerdo fresco de aquél primer tiempo patético que jugara el equipo, en su última presentación ante Platense, en Vicente López, y que sólo otra magnífica actuación de su capitán y emblema, “Chiche” Migliardi, lo salvara del ridículo y encima lo mantuviera en partido, Morón regresaba ante su gente, tras la jornada libre, con la obligación imperiosa de sumar de a tres, habida cuenta del impensado repunte de rivales directos en esta ingrata disputa por eludir la promoción y el descenso: las dos victorias consecutivas de General Lamadrid, que se sumaban a algunos resultados positivos de Los Andes, Témperley y Tristán Suárez.

De arranque nomás, con un trámite de juego parejo y con pocas llegadas a los arcos, un Deportivo Morón con línea de cuatro en el fondo (con los regresos de Juan Pablo Rochi y Hernán Bruno, tras las respectivas suspensiones) y con Marcelo Vieytes en lugar y función de Sergio Viturro, se mostró algo más ordenado y balanceado, en comparación con pálidas presentaciones anteriores, y si bien no supo ni pudo hacerse demasiado del balón, por lo menos pudo regalarle a su ajetreado arquero, uno de los primeros cuarenta y cinco minutos más tranquilos en muchísimo tiempo.

Con una banda izquierda de la defensa reforzada, por el mencionado reingreso de Bruno y el ida y vuelta de Rochi, más una acertada tarea de Sebastián Pérez (que ojalá profundice esta notoria mejoría en su flojísimo rendimiento), sumados al habitual buen desempeño de Cristian González, firme en la marca, criterioso con la pelota y en éstos últimos tiempos, menos afecto a cometer infracciones por exceso de temperamento, contra Sarmiento de Junín, el punto más bajo de conjunto se vio registrado en su medio juego, donde sólo la voluntad despareja de Mauro Bustos, más atento a colaborar en la úlitma línea que a generar desequilibrio ofensivo por su lateral, pudo rescatarse (y hasta por ahí nomás..., tampoco se crea que la rompió el mercedino...) dentro de un mediocampo tan lento como impreciso, a partir de un doble cinco que no funciona, porque ni Manuel Rodas ni muchos menos Cristian Ortíz, logran jamás adueñarse de la pelota y el campo, por carencia de velocidad como de timming en el anticipo. Encima, cuando logran recuperarla, tampoco tienen con quién jugarla para generar algo de fútbol, puesto que Vieytes sigue sin demostrar absolutamente nada, más que las posibles razones por las que Blas Armando Giunta no lo tuviera en consideración durante los últimos seis meses de su desafortunada estadía en Isidro Casanova.

Más allá de alguna que otra insinuación de ambos lados, poco y nada pasaría en esa primera etapa, medianía generalizada que dejara en evidencia, tras su epílogo, una sensanción tan amarga como incontrastable: con qué poco se puede ser líder absoluto en esta mediocre categoría, teniendo a la vista un Sarmiento que sólo con órden, zagueros rústicos, volantes batalladores y uno o dos jugadores con alguna idea de juego asociado, le alcanza perfectamente para postularse con chances, para acceder al único boleto directo de regreso a la “B” Nacional.

Ya en el segundo tiempo la actitud del Gallito pareció distinta, intentando llevarse por delante a un adversario que, como en el primer tiempo, le costaría de diez a quince minutos poder hacer pie en el campo de juego. Durante ese lapso y sin que le sobrase demasiado, Morón supo arrinconar al “Verde” de Junín, provocando una sucesión de cuatro córners a favor, más una chance clarísima en la cabeza del recién ingresado Viturro quien, tras centro pasado desde la izquierda y en absoluta soledad, quiso darle más dirección que potencia a su cabezazo, y en definitiva no hizo más que facilitarle las cosas a un agradecido Claudio Flores.

A partir de ese momento la visita pareció acomodarse mejor y al igual que en la primera etapa, comenzaría lentamente a hacerse dueño del balón, a partir de la gestión conjunta del experimentado Martín Andrizzi, sumado al aporte de Yamil Garnier y Luis Quiroga. En contraposición, Morón comenzaba a refugiarse cada vez más cerca de la seguridad casi patriarcal de su arquero, dejando librada a la posibilidad de una contra, en los pies y la velocidad de Akerman o la cabeza y el oportunismo de Leonardo Iglesias, la alternativa del gol que le reportara una necesaria victoria.

Pero sería justo en ese momento, cuando parecía que el complemento calcaba las acciones del inicio, cuando Damián Akerman sacaría de su generosa e inagotable galera una de sus corridas antológicas y marca registrada, para luego de desahacerse de su marcador, sacar un remate furibundo de derecha, para romper el arco visitante: sencillamente..., un GO LA ZO.

De ahí y hasta el final, entre la obligación del líder derrotado y la necesidad de Morón de mantener como sea la mínima diferencia, generó que el Urbano se inclinase para el lado de la tribuna local, donde residía un tranquilo Migliardi. Y decimos “tranquilo”, porque como aconteciera en la primera parte, Sarmiento de Junín tenía el dominio casi absoluto el balón, pero el Gallito dominaba las acciones, tanto es así que tuvo en los pies del propio Damián, a poco del final, la posibilidad de cerrar definitivamente el partido, cuando tras otra habilitación en profundidad, el “guerrero cordobés”, de cara al arquero uruguayo, Claudio Flores, ensayara una “vaselina” exquisita que se perdiera apenas por el palo más lejano del arco rival, que mereció ser gol por prepotencia de talento.

Pero fiel a la ley del Oeste, impuesta desde que se tiene memoria en Morón, había que sufrir para ganar..., y se sufrió..., hasta el punto de aquél bombazo de fuera del área ensayado por el zaguero visitante, Roberto Tucker, que estallara en el travesaño de “Chiche”, picara en el línea de su arco, volviera a dar en el larguero y esta vez se impulsara hacia afuera, al tiempo que todas las miradas apuntaban al juez de línea, quien en ningún momento pareció dudar que hubiese sido gol.

Una pena, la verdad..., porque fuera de esa jugada polémica y los airados y hasta desmesurados reclamos de todo el conjunto visitante, incluido su cuerpo técnico, la victoria final alcanzada por el Gallo habría de resultar más que justificada en el trámite de juego, y sin embargo quedaría empañada en su legitimidad y legalidad por aquel pelotazo desesperado que, en definitiva, de haber sido convalidado, le hubiese reportado un premio excesivo al inexpresivo único líder, de esta mediocre categoría que es la “B” Metropolitana.

Porque en conclusión, aún en el marco de la paupérrima campaña actual, Morón supo reivindicar uno de las pocas herencias que ha podido mantener con dignidad: esa grata y saludable costumbre de voltear muñecos en Brown y La Roche, máxime si llegan al Urbano en condición de punteros.


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